Un aumento de la presión intraocular puede provocar graves daños en nuestros ojos. Mantenerla controlada es extremadamente importante. Hay que aclarar que la presión intraocular no está relacionada directamente con la presión arterial por lo que tener la tensión arterial controlada no asegura tener una presión intraocular correcta.
Una presión intraocular elevada puede provocar glaucoma, que a su vez puede producir un daño irreparable en nuestro nervio óptico. En el peor de los casos un glaucoma no controlado puede acabar en ceguera.
La toma de la presión se realiza de manera rápida y precisa mediante un tonómetro en solo unos segundos. Si no estamos dentro de unos valores aceptables habrá que realizar otras pruebas complementarias que descarten posibles lesiones.
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