Dicen que 'somos lo que comemos'. Y es cierto, aquello que ingerimos es lo que nuestro cuerpo absorbe y pasa a formar parte de nosotros en forma nutrientes para las células. Tener unos hábitos alimentarios correctos es una de las mejores decisiones que podemos tomar. En primer lugar, porque nos estaremos cuidando y previniendo de futuras enfermedades relacionadas con el sistema digestivo o el sistema circulatorio. Y en segundo lugar, porque estaremos dando un gran ejemplo a nuestros hijos y a las personas que nos rodean.
Es una de las cuestiones más debatidas. Y la respuesta es que no existe una dieta específica que se adapte a todo el mundo. Ésta va a depender de los gustos y necesidades de cada persona. Pero como regla general lo que debemos tener en cuenta es que una dieta saludable debe ser variada, incluir mucha fruta y verdura, cereales poco o nada refinados, legumbres, pescado, carne blanca y sobretodo evitar los azúcares y las grasas saturadas.
¿Estamos hablando de la dieta mediterránea? Es cierto que lo que conocemos como dieta mediterránea se acerca mucho a esta pauta que hemos mencionado. Ciertamente, es un tipo de dieta muy equilibrado, que incluye mucho producto fresco y que no abusa ni de los fritos ni de los dulces. Quizás el único pero es que esta dieta también incluye bastante carne roja y productos elaborados como embutidos, que no serían tan recomendables.
Lo primero que debemos dejar claro es que si tenemos cualquier problema visual es imposible solucionarlo con la ingesta de un tipo de alimentos u otros. No hay alimentos que curen. Ante cualquier molestia o descenso de nuestra visión la recomendación es acudir directamente al oftalmólogo para que analice y solucione nuestro problema visual. Otra cosa es que hayan una serie de enfermedades relacionadas con la vista que se puedan prevenir o evitar con una correcta alimentación.
Por ejemplo, la Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE) es una enfermedad que se desarrolla en la retina. Se ha demostrado que los antioxidantes permiten mantener nuestra retina en un estado óptimo. Por tanto, la ingesta de frutas como las fresas, las naranjas, verduras de hoja verde como las espinacas y también los pescados y algunos lácteos, que son ricos en vitaminas A, C y E, son ideales para generar estos antioxidantes que ayudarán a mantener nuestra retina sana.
Otras trastornos como el glaucoma están directamente relacionados con enfermedades como la diabetes. Las causas de la aparición de la diabetes puede deberse a muchos factores, pero la ingesta excesiva de azúcar provocará que se multipliquen las posibilidades de poder desarrollarla. Todos los alimentos procesados contienen grandes cantidades de grasas saturadas y azúcares que favorecen el desarrollo de este tipo de enfermedades. Hay que evitar en todo lo posible el consumo de este tipo de alimentos envasados y procesados. Debemos recordar que al Glaucoma se le conoce como la "ceguera silenciosa", ya que no produce ningún síntoma hasta que empezamos a notar un descenso en nuestra visión que será ya muy difícil de recuperar.
Otras afecciones como las cataratas aparecen a partir de una cierta edad -entre los 55 y los 60 años- de manera natural. A cada persona le puede afectar en mayor o menor grado y pueden tener una evolución más o menos rápida. No hay alimentos -ni tampoco medicamentos- que impidan su aparición. Si bien es cierto que existen estudios que afirman que una dieta baja en sal y con un consumo notable de frutas cítricas, verduras de hoja verde y frutos secos, entre otros alimentos pueden ayudar a retrasar su aparición.
No existe una pauta concreta que se pueda aplicar a todo el mundo para mantener la visión en buen estado. Pero si que podemos extraer una serie de consejos que, además de ayudarnos a cuidar de nuestra vista, nos permitirán mantener una dieta sana y equilibrada:
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