Tanto la hipermetropía como la miopía, junto al astigmatismo, son lo que se denomina defectos refractivos. Para eliminarlos básicamente existen dos técnicas quirúrgicas:
Ambas técnicas son totalmente seguras y muy rápidas. Tanto es así que el mismo día de la intervención el paciente se puede ir a casa por su propio pie, y al día siguiente ya podrá empezar a hacer una vida prácticamente normal, sin necesidad de usar gafas o lentillas de ningún tipo. La elección de una cirugía u otra depende principalmente de las características anatómicas del ojo, que se determinarán mediante una batería de pruebas diagnósticas en nuestra consulta.
Las lentes de colágeno para la corrección de los defectos refractivos existen desde hace más de 20 años. Es una de las técnicas más rápidas, fiables y segura. En nuestro centro somos pioneros en la implantación de este tipo de lentes; no en vano el Dr. Fernando Castanera fue el primer cirujano en implantar lentes de colámero en el país.
Poríamos decir que es una especie de lente de contacto pero que, en lugar de colocarse sobre la córnea, se implanta dentro del ojo de manera permanente.
Una de sus característcias principales es que es muy flexible. Esto permite que se pueda plegar, o más bien enrollar, para poder ser introducida en el ojo a través de una incisión mínima. Además, es capaz de corregir graduaciones muy altas, por lo que es una gran elección en pacientes que presentan defectos refractivos muy elevados.
La principal ventaja que presenta la lente de colágeno es que se trata de una técnica totalmente reversible, es decir, en su implantación no se ve afectada ninguna estructura, por lo que si fuera necesario retirarla o sustituirla el ojo quedaría intacto.
Se realizan toda una batería de pruebas diagnósticas para conocer la graduación del paciente y saber exactamente que tipo de lente y que potencia debe tener. Hay que tener en cuenta que este tipo de lentes, en la mayoría de casos, se piden y se fabrican expresamente para cada paciente en particular.
Pero de entre todas las pruebas una de las más importantes es la biometría. Se trata de una prueba en la que podemos medir exactamente el espació entre el iris y el cristalino. Esta medida es de suma importancia porque será decisiva para saber si el espacio es suficiente o no para albergar la lente de colámero que irá ubicada en este espacio.
Una posible alternativa podría ser la intervención con láser (LASIK o PRK) o bien seguir usando gafas o lentes de contacto. De todas maneras, en estos casos siempre es mejor conocer la opinión del médico oftalmólgo que seguro que le podrá ofrecer la mejor de las alternativas.
Como hemos dicho la lente puede plegarse sobre si misma. Esto permite que pueda ser introducida en el ojo mediante una mínima incisión (2.2mm) y desplegarse en el interior.
La lente se posiciona por detrás del iris y queda sujeta por los cuatro hápticos situados en los bordes.
La intervención no dura más de 10 minutos por ojo ya que no hay que alterar ninguna estructura interna del ojo, simplemente se debe posicionar adecuadamente la lente detrás de iris.
No, no notará ningun dolor. La cirugía se realiza bajo anestesia local y una ligera sedación que permiten que el paciente esté totalmente relajado, en una especie de duermevela, y el ojo completamente anestesiado.
No es posible, o mejor dicho no es recomendable, realizar la intervención con el paciente totalmente dormido. Esto se debe a que se necesita cierta colaboración del paciente que ha de mirar una luz. Esto permitirá que el ojo esté fijo mirando en un punto para así poder centrar y colocar la lente de manera cómoda y rápida. De no ser así la cirugía se podría alargar más de lo previsto y la lente podría quedar mal posicionada.
Esta es una de las mejores partes de operarse mediante esta técnica quirúrgica y es que los pacientes empiezan a ver de manera más que aceptable nada más terminar la intervención. Muchos de ellos todavía estando en el mismo quirófano, ya se sorprenden de lo bien que ven sin gafas.
De todas maneras hay que tener en cuenta que la recuperación total puede tardar unos días, no más de una semana.
La idoneidad para poder operarse o no mediante esta técnica responde única y exclusivamente a criterios médicos. Éstos estarán basados en los resultados obtenidos en las pruebas diagnósticas que se realizan durante el preoperatorio.
Se realizan múltiples pruebas que van desde, evidentemente, saber la graduación exacta a corregir, hasta el cálculo micrométrico del espesor de la córnea. Es precisamente este cálculo uno de los factores más decisivos a la hora de saber si se es un buen candidato o no para someterse a la intervención. Hay que tener en cuenta que, como explicaremos más abajo, la actuación del láser sobre la córnea implica la sustracción de parte del tejido corneal y que a mayor graduación mayor tejido corneal hay que sustraer. Por lo tanto, es imprescindible saber si nuestra córnea es lo suficientemente gruesa para soportar esta sustración. Cabe remarcar que, si las pruebas indican que podemos seguir adelente con la intervención, el margen de seguridad es siempre lo suficientemente elevado como para asegurar que la córnea lo soportará perfectamente.
En cualquier caso se trata de pruebas no invasivas y rápidas en las que, principalmente el paciente tan solo deberá mirar una luz y permanecer unos segundos con el ojo abierto.
Si el grosor de la córnea no es suficiente como para soportar la sustracción de tejido que requiere nuestra graduación solo nos quedan dos alternativas: seguir utilizando gafas o lentes de contacto o bien optar por la cirugía de implantación de lentes de colámero.
Esta técnica consiste en alterar las características anatómicas de la córnea modificando su curvatura, y por tanto su potencia dióptrica, de manera permanente. La remodelación se realiza de manera muy precisa y controlada mediante la vaporización del tejido corneal. Unos pulsos láser van puliendo la superficie de la córnea con gran exactitud hasta eliminar el defecto refractivo.
La intervención no dura más de 10 minutos por ojo y sus efectos son permanentes y efectivos desde el primer momento, aunque la visión puede verse alterada durante los primeros días debido a los procesos de regeneración del tejido tratado.
No. Antes de la intervención se le suministra al paciente un relajante por vía sublingual para proporcionarle un estado relajado. Además se van instilando gotas de colirio anestésico en el ojo para que esté totalemente dormido antes de ser manipulado.
La diferencia entre ambas es que en el LASIK se talla una fina lamela (150micras) de la córnea para poder aplicar el láser en la superficie resultante. En el caso de la PRK, en cambio, se retira una primera capa finísima (50micras) que hay en la córnea denominada epitelio y posteriormente se aplica el láser.
La elección entre una u otra técnica responde tan solo a criterios médicos.
Esta es precisamente otra de las diferencias entre estas dos técnicas: mientras que la recuperación con el LASIK es más imediata (al día siguiente ya se consigue una visión más que aceptable), con la PRK se tardan entre 7 y 15 días en estabilizar la visión. Esto se debe a que el epitelio se debe regenerar por completo y durante ese tiempo la visión puede sufrir fluctuaciones hasta llegar a su estado óptimo.
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