De igual manera que en la nieve nos protegemos con la ropa y complementos adecuados, lo mismo debemos hacer con nuestros ojos.
Rayos de sol en alta montaña
Los rayos del sol tienen un componente que es muy perjudicial: La radiación ultravioleta (UV).
Debemos saber que en la montaña la capa de protección que nos proporciona la atmósfera se reduce. Al estar más elevados, el filtro natural que crean los gases atmosféricos es menor. Esto aumenta el efecto negativo de los rayos ultravioleta sobre nuestro organismo. Si a esto sumamos que la nieve refleja hasta un 80% de los rayos solares —hay que tener en cuenta que sobre la arena o sobre el agua del mar esta reflexión apenas llega al 20%— el efecto nocivo de la exposición al sol se multiplica de manera notable.
Protegerse adecuadamente es imprescindible, ya que una sobreexposición puede provocar daños oculares graves, algunos de ellos irreversibles.
Efecto de la sobreexposición
Una exposición prolongada a los rayos solares en alta montaña tiene efectos muy evidentes. Sobre la piel enseguida se produce un enrojecimiento que rápidamente puede derivar en quemaduras importantes.
De la misma manera, en los ojos, que son órganos muy sensibles, pueden aparecer enfermedades como la conjuntivitis por exposición solar, queratitis, degeneración macular o el desarrollo de afecciones como el pterigión o las cataratas.
Síntomas
En cuanto empecemos a notar la aparición de los primeros síntomas, debemos ponernos en alerta y cesar la exposición de nuestros ojos a los rayos UV. Estos síntomas son: sensación de cuerpo extraño o arenilla en los ojos, fotofobia (sensibilidad a la luz), lagrimeo constante, ojos rojos, etc.
Prevención y protección
La mejor protección para los ojos son unas buenas gafas. Para ello deben cumplir una serie de requisitos mínimos. El primero es que estén homologadas, que lleven el sello de la CE y evitar siempre productos de mala calidad que pueden multiplicar los efectos negativos de la sobreexposición.
Las gafas deben ser lo más cerradas posible para asegurar la máxima protección. En el caso de practicar deportes de nieve —esquí, raquetas, snowboard, etc.— es imprescindible que se ajusten perfectamente sobre el rostro. De este modo, además de obtener una protección más completa frente a la entrada de los rayos solares, evitamos que pueda entrar nieve u otras partículas que pueden provocarnos pequeñas lesiones oculares.
Al final se trata de aplicar el sentido común, y como recomendamos, siempre acudir al oftalmólogo en caso de sufrir alguno de los síntomas que se han descrito para recibir el tratamiento oportuno lo antes posible.