Existe un dato estadístico demoledor sobre el glaucoma que la mayoría de la gente desconoce: esta enfermedad es la principal causa de ceguera en el mundo. Y recibe el nombre de la “ceguera silenciosa” porque —exceptuando del glaucoma agudo que produce un dolor intenso— es una afección indolora y asintomática. El paciente se da cuenta de que lo padece cuando ya aparecen los primeros síntomas de pérdida de visión, que en la mayoría de casos será de carácter irreversible. Pero vayamos por partes.
¿Qué es el glaucoma?
Como hemos dicho, el glaucoma es una enfermedad que de no ser frenada provoca un descenso notable de la visión. Esto se debe a que en el ojo se produce un aumento de la presión intraocular (no confundir con la presión arterial) que afecta directamente al nervio óptico.
¿Por qué se produce el aumento de la presión intraocular?
Lo primero que debemos saber es que en el interior del ojo existe un flujo constante de líquido —denominado humor acuoso—. Este líquido pasa a través de una malla de filtrado que recibe el nombre de trabéculo y llega a un canalículo de filtración. Existen factores, desde los relacionados con otras enfermedades, hasta factores hereditarios o incluso debido a traumatismos, que hacen que este flujo constante se vea interrumpido. Al no poder pasar con normalidad se produce un aumento de la presión para poder “hacer pasar” este líquido a través de la malla de filtrado. El aumento de presión se transmite directamente hacia la parte posterior de ojo, que es donde se encuentra el nervio óptico.
¿Qué consecuencias tiene?
Las consecuencias de este aumento de la presión es que el nervio óptico se ve oprimido, provocando una ruptura de las fibras que lo conforman. Hemos de tener en cuenta que el nervio óptico está formado por miles de fibras encargadas de transmitir aquello que vemos a nuestro cerebro. Cada vez que se rompe una de estas fibras es como si cortáramos un cable de corriente. La señal llega incompleta. Y lo más grave es que cada fibra que se rompe es prácticamente imposible de que sane y vuelva a transmitir información.
Lo que ocurre entonces es que el paciente va perdiendo la visión periférica. Tan solo es capaz de ver las imágenes centrales, quedándose cada vez con una visión más tunelizada.
¿Cómo evitar el glaucoma?
La única manera de evitar el glaucoma es mediante la prevención. Realizarse controles oftalmológicos es la forma más segura de asegurarnos que no hay síntomas de que pueda estar apareciendo la enfermedad, y sobre todo de adelantarse a las consecuencias. La recomendación es realizarse como mínimo una revisión ocular al año, especialmente si sabemos que existen antecedentes familiares que han sufrido la enfermedad.
¿Qué remedios existen para frenar la enfermedad?
Podríamos decir que existen 3 formas de frenar el avance de la enfermedad:
· Tratamiento medicamentoso:
Se trata de la instilación de colirios. Estas gotas tienen la finalidad o bien de reducir la producción del humor acuoso o bien aumentar la capacidad de filtrado del trabéculo, con lo cual se disminuye la presión intraocular.
· Tratamiento láser:
Conocido con el nombre de Láser SLT es unas de las técnicas más avanzadas y efectivas para el tratamiento del glaucoma. Gracias a la acción de un láser se remodela de manera selectiva la zona del trabéculo. Esto mejora la capacidad de filtrado de la malla de manera notable.
· Tratamiento quirúrgico:
Consiste en la implantación de válvulas mecánicas para aumentar el flujo de humor acuoso. El principal inconveniente es que es necesario pasar por quirófano, pero en contraposición obtenemos un descenso prácticamente inmediato de la presión intraocular. Además, la recuperación postoperatoria también es muy rápida.
La elección de uno u otro tratamiento dependerá exclusivamente de criterios médicos. Pero volvemos a incidir en el hecho de que lo más importante es mantener un control continuado de nuestra visión mediante revisiones oftalmológicas periódicas.