Funcionalidad
La principal misión de los párpados es la protección de nuestros ojos. Los protegen de posibles impactos -de hecho los músculos que permiten su movilidad son unos de los más rápidos del cuerpo humano- pero también los protegen de factores ambientales como exceso de calor, del frío intenso, etc.
Con cada parpadeo se reparte por toda la superficie ocular una sustancia oleosa que junto a la lágrima hacen que nuestros ojos estén siempre perfectamente hidratados. De hecho, cuando dejamos de parpadear o no lo hacemos con la suficiente frecuencia, nuestros ojos se irritan y nos empiezan a escocer. Puedes hacer una prueba rápida: intenta mantener los ojos abiertos durante más de un minuto. Pica, ¿no? El hecho de parpadear no es ningún capricho, es una necesidad corporal imprescindible para mantener la superficie corneal en buen estado.
Como hemos mencionado, los párpados producen una sustancia grasa que es repartida por toda la superficie corneal. Concretamente, esta sustancia se genera en unas glándulas situadas en el interior de los párpados denominadas Glándulas de Meibomio. Este componente graso es el que impide que la lágrima se evapore demasiado rápido, de modo que el ojo pueda permanecer bien hidratado durante más tiempo.
La cantidad de esta sustancia debe estar siempre en la proporción justa. Es decir, la falta del componente graso en la lágrima hace que ésta se evapore con mucha facilidad y, por tanto, que tengamos la sensación de tener el ojo seco, lo cual nos obliga a parpadear con mucha más frecuencia.
En el caso contrario, un exceso de grasa en la lágrima, provoca una visión borrosa, que al final tiene el mismo efecto que en el caso anterior: la necesidad de parpadear mucho para intentar eliminar este exceso de grasa y conseguir una mejor visión. Al exceso de grasa en los párpados se le llama Blefaritis Seborreica.
Además, acumular grasa en exceso en la superficie ocular es un caldo de cultivo perfecto para la aparición de gérmenes y bacterias que se nutren de esta materia. El efecto que tiene la presencia de estos gérmenes y bacterias es que la aparición de enfermedades como la conjuntivitis, queratitis o incluso orzuelos.
Cuidado diario
Es muy recomendable tener siempre un cuidado especial de los párpados y mantenerlos bien limpios, sobre todo en aquellas personas que presentan un tipo de piel más grasa y que, por tanto, serán más propensa a acumularla en los ojos, y más si son usuarios de lentes de contacto o se van a someter a algún tipo de tratamiento quirúrgico ocular.
Para mantener una correcta higiene palpebral existen en el mercado diferentes productos: desde las toallitas limpiadoras, a las prácticas espumas palpebrales. Lo más importante, al igual que ocurre con la limpieza de otras partes del cuerpo, es realizar la limpieza con regularidad.
Con una limpieza diaria adecuada evitará la aparición de los antiestéticos orzuelos, la caída de las pestañas, enrojecimiento de los párpados, y las más importantes, mala visión e infecciones más graves como la conjuntivitis.